En diciembre, cuando recibió el sexto Balón de Oro, el argentino dijo que "lo que siento por este club va más allá de un papel". Nueve meses después mandó un burofax...
"La gente del Barça me conoce y sabe que no hay ningún tipo de problema. Más allá de lo que diga un contrato, lo que siento yo por este club va más allá de cualquier firma y de cualquier papel, así que por ese tema no hay ningún problema". Esta frase, pronunciada por Lionel Messi el 2 de diciembre en el Teatro Chatelet de París el día que recogió su sexto Balón de Oro, se ha autodestruido en nueve meses. Ese mensaje de tranquilidad para la afición del Barça se convirtió en un burofax solicitando rescindir gratis su contrato con el Barça.
Las razones del adiós de Messi se conocerán cuando el argentino, siempre indescifrable, decida explicarse. Pero pueden intuirse y empiezan, es obvio, con su distanciamiento de la Junta. La relación de Messi con los directivos desde el adiós de Laporta no ha sido el mejor, aunque nunca había llegado a este extremo. Hacía tiempo que la presencia de Bartomeu no era bien recibida en un vestuario en el que él era el capitán.
Lo que ha pasado en estos nueve meses es que, por ejemplo, el Barça decidió destituir a Valverde en enero para dar un supuesto "impulso" al equipo y trajo a Setién. A Messi le enervó que, a principios de febrero, Abidal responsabilizase al vestuario ("muchos jugadores no estaban satisfechos ni trabajaban mucho") de la decisión. "Sinceramente no me gusta hacer estas cosas, pero creo que cada uno tiene que ser responsable de sus tareas y hacerse cargo de sus decisiones. Los jugadores de lo que pasa en la cancha donde, además, somos los primeros en reconocer cuando no estuvimos bien. Los responsables del área de la dirección deportiva también deben asumir sus responsabilidades y sobre todo hacerse cargo de las decisiones que toman".
El asunto fue a más en marzo. Activado el estado de alarma, el Barça se vio obligado a afrontar una rebaja en los salarios. Algunos directivos deslizaron que los jugadores se negaban, así que el argentino esperó a tener cerrado el acuerdo con la directiva para atizarle. Otra vez, con fuerza: "No deja de sorprendernos que, desde dentro del club, hubiera quien tratara de ponernos bajo la lupa e intentara sumarnos presión para hacer algo que nosotros siempre tuvimos claro que haríamos".
Después del secretario técnico y de la Junta directiva con Bartomeu al frente, el entrenador tampoco se escapó a las críticas del argentino. Setién se mostró disconforme con la visión que tenía el crack sobre el potencial del equipo y Messi le corrigió: "Setién lo entendió mal o se lo explicaron mal, pero no podemos ganar la Champions jugando como antes del parón. Cada uno tiene su opinión y todas son muy respetables. La mía se basa en que tuve la suerte de jugar la Champions todos los años".
Después de la crisis del 1-2 ante Osasuna, Messi declaró: "La gente se está quedando sin paciencia porque nosotros no les damos nada". Tal vez la estaba perdiendo él. Luego apagó el fuego el día de la última jornada ante el Alavés. Fue una tregua pre-Champions, pero el 2-8 precipitó todo.
La rueda de prensa de presentación de Koeman, en la que cambiaba la ecuación con el argentino ("no sé si tengo que seducir a Messi o no; quiero saber qué piensa y cómo quiere seguir"); la insistencia en un cambio de paradigma en la manera de jugar; y la manera de despedirse de Suárez terminaron de decidir a Messi. El entorno del jugador niega la conversación con Koeman en la que el holandés le habría dicho que se terminaban los privilegios y que ahora había que pensar en el equipo. Pero el caso es que de esa conversación tampoco salió nada bueno porque Messi ha decidido poner punto final a su etapa en el Barça con un burofax. Aquella frase, "lo que siento por este club va más allá de un papel", se esfumó en el aire.
Fuente diario AS
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