El presidente Pedro Sánchez no nombrará a un nuevo embajador en Venezuela, sino que el máximo representante diplomático de España en Caracas tendrá un estatus inferior
El gobierno español ha decidido dar una vuelta de tuerca a sus relaciones con el régimen chavista. El presidente Pedro Sánchez no nombrará a un nuevo embajador en Venezuela, sino que el máximo representante diplomático de España en Caracas tendrá el estatus inferior de “encargado de negocios con carta de gabinete”.
Este nuevo paso fue anunciado este jueves en el Congreso por la secretaria de Estado de Exteriores y para Iberoamérica, Cristina Gallach, que justificó la decisión en la falta de legitimidad del presidente Nicolás Maduro, que revalidó el cargo a finales de 2018 en unas elecciones cuestionadas por la Unión Europea.
A principios de 2019, España reconoció como presidente legítimo de Venezuela al opositor Juan Guaidó, el titular de la Asamblea Nacional que se autoproclamó mandatario “encargado” del país tras desconocer los comicios. Sin embargo, La Moncloa no dejó de reconocer a Maduro como líder del país caribeño y mantuvo hasta ahora las relaciones diplomáticas a nivel de embajadores, aunque también acreditó en Madrid al representante de Guaidó.
A principios de 2019, España reconoció como presidente legítimo de Venezuela al opositor Juan Guaidó
La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, confirmó en septiembre el relevo del embajador español en Caracas, Jesús Silva, y su sustitución por el actual representante en Cuba, Juan Fernández Trigo. Este diplomático catalán no será embajador, sino que ostentará el mencionado estatus de rango inferior para marcar las diferencias con el gobierno bolivariano.
La decisión de La Moncloa se produce solo unos días después de que el líder opositor Leopoldo López lograra abandonar la embajada española en Caracas –donde llevaba año y medio refugiado- y salir clandestinamente del país para llegar a Madrid el pasado domingo. Maduro cargó duramente el miércoles contra Sánchez por acoger a López en España y centró su ira en Silva, que aún se encuentra en la capital venezolana.
Fuente: La Vanguardia
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